Cómo usar los datos para apoyar el bienestar emocional de los estudiantes

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Cuando los estudiantes van a la universidad, a menudo pierden una red de seguridad de apoyo que han tenido la mayoría de sus vidas, su familia. Si bien los profesores y asesores sirven como mentores vitales, su atención se divide entre varias responsabilidades y cada vez más clases virtuales. El bienestar estudiantil está en crisis continua en momentos en que las herramientas de apoyo usuales no están disponibles.
 
Después de sufrir cambios radicales, las instituciones deben establecer una nueva “normalidad” para la comunidad de su campus. Así como los modelos de aprendizaje se han transformado en todo el mundo, los métodos de apoyo para el bienestar estudiantil deben evolucionar también, adaptándose a instituciones cada vez más híbridas en las que los asesores quizá nunca se reúnan en persona con quienes asesoran. Sin intervenciones cara a cara, los expertos en educación superior están de acuerdo en que monitorear la interacción de estudiantes y usar esos datos será indispensable para mejorar los resultados en los años que vienen. Con la metodología correcta, las instituciones pueden crear redes confiables de apoyo en todos los departamentos, brindando recursos vitales para los estudiantes, justo cuando lo necesitan. 

De acuerdo con el Centro Nacional de Investigación de la Cámara de Compensaciones para Estudiantes, “la tasa global de retención estudiantil cayó dos puntos porcentuales a 73.9 % para el otoño de 2019 en estudiantes que comienzan la universidad. Su nivel más bajo desde 2012”. A la luz de los retos continuos relativos a la pandemia, las instituciones están replanteando las estrategias de retención en todo el campus, sea presencial o virtual. Los planes integrales de interacción combinan la comunicación personal con sistemas de respuesta escalables para apoyar a los alumnos que más lo necesitan. Pero en entornos de aprendizaje cada vez más híbridos ¿cómo identificas estudiantes necesitados de ayuda? Ahí entran los datos. 

Una perspectiva holística del bienestar emocional de los estudiantes 

Mientras que el término “en riesgo” ha encendido el debate en la comunidad educativa, con alternativas como “en observación”, y alejándose completamente de etiquetas de comparación, el término ha descrito históricamente a estudiantes que puedan tener mayor probabilidad de necesitar intervención académica. Esa probabilidad puede ser difícil de calcular aun en las mejores circunstancias, dejando poco tiempo para que los profesores reaccionen mientras es oportuno. Con la ayuda de una plataforma de CRM de ciclo completo, los datos pueden informar proactivamente sobre la interacción de los estudiantes, automatizando acciones de respuesta para cada uno y comunicando las necesidades descubiertas a los asesores encargados. 

Es indispensable ver cada pieza de datos como solo eso: una parte de toda la experiencia estudiantil. Como todos los datos, las categorías de riesgo se pueden usar de forma responsable para apoyar las metas estudiantiles e institucionales. Pertenecer solo a una categoría de riesgo no es un indicador claro de que un estudiante necesita apoyo adicional, ni se debe usar para generalizar grupos de identidad. Más bien, cuando se usa para desarrollar planes de apoyo personalizado, esta información puede ayudar a los asesores a llegar a los escenarios más apropiados. 

Los centros de bienestar estudiantil son frecuentemente la fuente principal del apoyo en el campus, pero eso no significa que están solos en su misión. Las universidades ya están monitoreando los datos con el potencial de conectar estudiantes de forma efectiva con los recursos que necesitan. Al poner esos datos en acción, las instituciones pueden crear redes de asesores, profesores y personal de apoyo, todos trabajando para una meta común: resultados positivos en el aprendizaje. A medida que las instituciones han planeado estrategias para retener estudiantes durante la pandemia de COVID-19, los beneficios de una comunicación personalizada son cada vez más claros. Ese “toque personal” todavía es una técnica efectiva, aunque su forma puede variar. Las respuestas automatizadas nunca reemplazarán a la asesoría guiada y específica, pero el uso efectivo de datos puede crear una red digital de seguridad, asegurando que ningún estudiante se pierda en el sistema. 

Student on campus

Cuatro fuentes de datos que ayudan al personal para mejoran el bienestar emocional de los estudiantes 

1. Desempeño e interacción estudiantil

La actividad académica es a menudo la primera medición que usan los asesores para evaluar el éxito, ya que el camino a la graduación se pavimenta con calificaciones aprobatorias y asistencia constante. Si bien los asesores pueden reaccionar ante un bajo desempeño con recursos adicionales, el apoyo académico comienza mucho antes del primer día de clases. Al ver el uso previo de los estudiantes sobre los servicios de tutoría, registros de regularización y promedios de preparatoria, un asesor informado con datos puede crear planes de apoyo proactivo que se ajusten mejor a cada estudiante.

Las clases no son la única medida del bienestar estudiantil. La edificación de la comunidad y la interacción en el campus son otras mediciones clave. Cuando la participación en clubes y actividades estudiantiles disminuye, las razones subyacentes pueden variar, dando pie a que los asesores se pongan en contacto y determinen las acciones necesarias a tomar. Alternativamente, un estudiante sobrecargado de actividades extracurriculares puede beneficiarse de la reducción de sus compromisos para enfocarse en las organizaciones que son más importantes para él. 

El apoyo social puede tomar distintas formas durante la pandemia, orientándose más hacia lo virtual, pero el sentido de comunidad sigue siendo vital para la perseverancia estudiantil. Mediante asesorías informadas con datos, los profesores pueden adoptar un papel más activo para mantener a los estudiantes con interacción y en el camino. 

Datos en acción 

Para entender cómo los distintos tipos de datos se usan para apoyar el bienestar estudiantil, podemos aplicarlos a casos hipotéticos, como el de a continuación:
Molly es una estudiante de segundo año que recientemente cambió de carrera a Informática. Deseosa de cumplir los requisitos de titulación, programa su horario con las clases necesarias de Matemáticas. El asesor de Molly ve que batalló con Estadística el último año y le recomienda que use los servicios de tutoría del campus para seguir en el camino a la graduación. Para asegurarse de que el tutor esté ayudando al desempeño de Molly, el asesor puede monitorear las calificaciones de sus tareas con respecto a cómo ella usa esos servicios. 
Molly mantiene el paso de sus clases las primeras ocho semanas, pero su asesor ve una disminución en las calificaciones de sus tareas durante el tiempo en que ya no usa los servicios del tutor. Con esta información a su disposición, el asesor puede recomendar a Molly reanudar la tutoría para el resto del semestre. 

Desempeño e interacción estudiantil a monitorear: 

  • Promedio académico
  • Calificaciones de tareas
  • Actividad de mesas redondas
  • Membresías de clubes estudiantiles
  • Puntajes de pruebas ACT/SAT 
  • Uso de servicios de tutoría
  • Asistencia a clases

2. Información financiera 

Las preocupaciones financieras crean obstáculos significativos para la terminación, que solo se han exacerbado con la COVID-19. En un estudio llevado a cabo por el HEDS Consortium en 2020, los estudiantes están cada vez más preocupados por satisfacer las necesidades básicas, con 38% de los encuestados preocupados por pagar cuentas, 21% por tener un lugar seguro para dormir y 15% por tener suficiente comida cada día.

Un Sistema de Información Estudiantil (SIS) permite que los ejecutivos de ayuda financiera guíen a los estudiantes en cada paso del proceso de becas, no solo asegurando que se marquen todas las casillas de logística, sino identificando a los solicitantes más adecuados para oportunidades de beca. 

Sin embargo,  un SIS moderno  puede ir más allá de consejos de ayuda financiera. Por ejemplo, el estado de Oregón podría presentar pronto los “navegadores de beneficios” como requisito para que las universidades públicas alivien la inseguridad en torno a la alimentación y residencia en las comunidades del campus. Al monitorear el acceso a planes de comidas, elegibilidad para asistencia pública y estado de residencia, las instituciones pueden compartir esa información con las partes adecuadas para conectar mejor a los estudiantes con los recursos del campus y más allá. 

Datos en acción 

Un asesor académico se da cuenta de que uno de sus estudiantes, Jeff, tiene una retención en su cuenta por un adeudo sin liquidar. La retención exacerba la precariedad financiera de Jeff, ya que necesita una copia certificada de su historia académica para solicitudes próximas de beca. Con una plataforma de CRM, el asesor se puede coordinar directamente con la oficina de ayuda financiera, que puede recomendar a Jeff se inscriba a un plan de pago de colegiatura. Una vez que la retención se elimine, entonces Jeff puede solicitar becas adicionales para ayudar a financiar su educación.

Mediciones de seguridad financiera estudiantil a monitorear: 

  • Estado de ayuda financiera
  • Elegibilidad para becas
  • Uso del plan de comidas
  • Información de residencia
  • Elegibilidad para asistencia pública

3. Identificación con grupos subrepresentados 

Según un estudio citado por la University Business, “los estudiantes de primera generación tienen 1.3 veces más probabilidad de abandonar una institución durante su primer año que compañeros cuyos padres tuvieron educación superior”. Sin experiencia familiar de asistencia a la universidad, estos estudiantes pueden necesitar guía adicional para tener éxito.
Los estudiantes de primera generación representan una gran población en riesgo, pero no son el único grupo subrepresentado que se puede beneficiar del apoyo específico. Históricamente, los estudiantes de color, los no tradicionales o los estudiantes “maduros” y los veteranos están entre los grupos que pueden sentirse alienados del campus.

Si bien el Glossary of Education Reform previene contra las “sobregeneralizaciones que puedan estigmatizar a los estudiantes”, al identificar categorías de riesgo, cuando se ven integralmente, estos datos de la matrícula pueden informar a las instituciones sobre cómo apoyar mejor a una comunidad diversa del campus. 

Datos en acción 

Regina y Natalya son estudiantes internacionales que tienen el mismo asesor académico. Coincidentemente, ambas muestran interacción y tasas de asistencia atípicamente bajas en su primer semestre. Al ver esto, el asesor se pone en contacto con ellas individualmente para desarrollar planes de respuesta personalizados y preguntar si tienen interacción con su comunidad en el campus. 

Regina está activa en varias organizaciones estudiantiles de identidad que le brindan una robusta red de apoyo, pero Natalya revela sentimientos de aislamiento. Al hablar cada una de sus necesidades específicas, el asesor puede determinar que la ausencia de sentido de comunidad representa un reto de interacción para Natalya como estudiante internacional, pero puede que no sea el caso de Regina. Con este conocimiento, el asesor puede guiar a cada estudiante hacia los recursos de apoyo más útiles. 

Datos a monitorear sobre los grupos históricamente subrepresentados en la educación superior: 

  • Estudiantes de primera generación
  • Gente de color
  • Veteranos
  • Estudiantes internacionales 

4. Necesidades de accesibilidad 

Muchos estudiantes batallaron con los retos de accesibilidad mucho antes de 2020, pero algunos de los últimos semestres han enfatizado cómo los modelos de aprendizaje “estándar” no han podido ofrecerles una educación inclusiva. En lugar de buscar soluciones universales, las instituciones deben usar los datos para monitorear y satisfacer las adaptaciones específicas de cada estudiante. 

“La pandemia ha acelerado la conversación sobre adaptaciones de discapacidad en los campus universitarios”, reporta la revista Chronicle of Higher Education, “ahora que las solicitudes que durante mucho tiempo se pensaban imposibles, como el aprendizaje a distancia y las ponencias grabadas, se adoptaron universalmente de la noche a la mañana”. Si estos cambios persistirán o no es una cuestión que cada institución contestará según lo que lo “regresar a lo normal” signifique para la educación.

Ya sea que las clases se den de forma presencial o a distancia, las adaptaciones pueden ser tan únicas como los estudiantes a que se quiere apoyar. Al monitorear las necesidades de accesibilidad, los asesores pueden asegurarse de que todos sus estudiantes estén equipados para el éxito antes del inicio de cada semestre. 

Datos en acción 

Thomas es un estudiante que ha sido diagnosticado con una enfermedad crónica. El aprendizaje virtual le ha permitido grabar sesiones e interactuar con el material cuando se siente lo suficientemente bien. Regresar a clases presenciales es un reto para Thomas, a quien le preocupa que su salud le haga perder clases y atrasarse. Un asesor con los datos adecuados verá que las grabaciones son una adaptación necesaria para que Thomas tenga éxito y puede ayudarlo a coordinar ese recurso con sus profesores. 

Datos sobre adaptaciones específicas que se pueden monitorear desde un SIS: 

  • Uso de servicios de transcripción
  • Equipo de acceso para sillas de ruedas
  • Software de lectura de pantallas
  • Horarios flexibles para tareas 
  • Grabación de sesiones

Actividades para el bienestar de los estudiantes 

Si bien la asesoría personalizada es el mejor y más confiable método de ayuda para el bienestar estudiantil, las instituciones pueden brindar actividades calendarizadas para la buena salud de manera regular para ayudar a aliviar el estrés y promover prácticas de autocuidado en toda la comunidad del campus.

Si una porción de tu cuerpo estudiantil está aprendiendo a distancia, considera ofrecer variaciones virtuales o caseras de estas actividades. Además, por razones de accesibilidad, considera ofrecer un rango de opciones con distintos niveles de interacción física para que todos los estudiantes se puedan beneficiar de estos programas. 

A continuación algunos ejemplos de actividades el bienestar estudiantil que tu institución puede ofrecer: 

  • Clases de yoga presenciales y/o bajo demanda 
  • Grabaciones de meditación guiada 
  • Talleres de manejo de estrés 
  • Discusiones abiertas de salud mental por asesores capacitados
  • Días de terapia con perros

Construye sistemas de apoyo duraderos

Mientras que el éxito estudiantil depende de una variedad de factores, las instituciones pueden brindar soporte personalizado a gran escala con la plataforma de asesoría correcta. Al aprovechar los datos clave, los asesores pueden usar perspectivas holísticas de la experiencia estudiantil para coordinar acciones oportunas en todos los departamentos y promover el bienestar de cada miembro de la comunidad. 

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