Con la flexibilidad como esencia institucional se puede garantizar el éxito estudiantil

La transformación digital debería ser parte de la esencia de las instituciones de educación superior

Puntos clave

  • ¿Por qué no crecer basándose en la mejora del servicio?
  • El principal beneficio de la innovación es poder implementar la estrategia con éxito.

La transformación digital en Latinoamérica tiene muchas aristas, siempre es emocionante conocer cómo la comunidad Ellucian es protagonista en esta tendencia global. En esta entrega aprendemos sobre la experiencia del Instituto San Ignacio Loyola (ISIL), en Perú, y de Francisco Tafur, su Director Académico, al diseñar una educación superior flexible que se adapte a las cambiantes necesidades de sus estudiantes.

ISIL, preparados para estar donde el alumno está

Para ISIL, la transformación digital es parte de su esencia. Nosotros siempre hemos invertido en tecnología, siempre hemos creído que la tecnología agrega mucho valor a cualquier sector, a cualquier empresa. La educación no tiene por qué estar exenta de eso, todo lo contrario, la educación es un sector que debiera poder aprovecharse completamente de las ventajas que tiene la tecnología.

Francisco Tafur, Gerente de Gestión Académica en ISIL

Para nosotros hoy en día, no hay educación sin uso de tecnología. Es un error enorme no pensar en la tecnología para potenciar la educación presencial, semi presencial y, con mayor razón, si es virtual. No solamente para enriquecer el proceso de enseñanza, para mejorar la experiencia del alumno en cuestiones administrativas.

Siempre hemos creído que la tecnología hace la diferencia entre una institución y otra. Es una apuesta constante por la tecnología, de hecho, en 2014 cuando iniciamos la aventura de ISIL 3.0, fue a raíz de que el gerente general durante una reunión nos comunicó su preocupación por seguir creciendo como institución. Pero en Perú, el crecimiento de las instituciones educativas estaba basado en abrir locales y más parecía un negocio inmobiliario, que una apuesta por la educación.

Entonces, nos preguntamos ¿por qué tenemos que crecer siempre basándonos en locales?, ¿por qué no crecemos basándonos en una mejora del servicio? Mejoremos el servicio, hagamos que nuestro alumno se sienta más cómodo con su educación, que se gradúe más rápido, ofrezcamos más opciones y ayudemos a que tenga control sobre su trayectoria.

Así decidimos entrar al proyecto, donde toda la flexibilidad y actualización de planes curriculares debía estar basado en la tecnología, porque de hacerlo a mano, no lo íbamos a lograr y perderíamos la ventaja.

Buscamos la tecnología que acompañara esta estrategia, me concentre en la flexibilidad que le pudiese dar la solución a las curriculas. Eso era lo que más me interesaba, por eso elegimos Banner, porque permite que un alumno tenga un plan curricular completamente único y distinto al de los 400 compañeros en la misma carrera. Nada de eso se puede hacer a mano, todo precisa tecnología y herramientas digitales.

Partimos desde la visión del negocio, el servicio que queremos ofrecer a la sociedad y al alumno. A partir de ahí todo resulta de forma natural. Si eso lo entiende bien la organización, el resto es fácil de convencer, la guerra está ganada y solo resta dar los pasos de manera organizada para que se logren los objetivos planteados. En ISIL contamos con un gerente general y una dueña con esa visión muy clara y restaba conseguir la herramienta que nos permitiera materializarla.

Eso hemos venido haciendo, ni bien establecimos la estrategia, inmediatamente buscamos la solución que se alineara mejor. No miramos soluciones locales, no porque no haya buenos profesionales en el país, queríamos apuntar a lo más alto con las soluciones que mejor se comportan a nivel mundial, porque son soluciones probadas en grandes instituciones y vienen acompañadas de buenas prácticas que nosotros no habíamos contemplado, así fue que encontramos Banner.

Los resultados de esta estrategia los encontramos al ver que la oferta de ISIL se ha renovado enormemente, lo reconocen no solamente nuestros alumnos también otras instituciones que nos han visitado y preguntado cómo lo hemos hecho. Donde otras instituciones encuentran problemas de burocracia, nosotros hemos tenido un camino sencillo por la esencia de esta institución y la visión que se tiene desde la alta gerencia.

Antes, nuestros alumnos llevaban en promedio 5.5 clases por semestre, con planes curriculares que requieren 6 o 7 clases por semestre, llevar ese ritmo significaba que la inmensa mayoría no podría terminar en el tiempo planificado. A partir de nuestra renovación de la curricula, soportada en la tecnología, aumentamos el promedio a 6.5 clases por semestre y mejoramos las tasas de graduación en tiempo, antes solo el 9% terminaba en los 3 años y logramos aumentarla al 22%, con esto cumplimos la promesa que les hicimos: estudia una carrera en tres años.

Ese valor que reciben nuestros estudiantes se traduce en más alumnos y más postulantes, de boca en boca se pasa la información de que en ISIL el programa dura 3 años y sí dura 3 años. La institución evita procedimientos académicos que le compliquen la vida a los estudiantes.

En Perú, hay un afán de tener los planes curriculares amarrados con clases que son prerrequisito para los siguientes semestres. Si repruebas, no hay forma de que termines en el tiempo planificado y atrae mayores cargas al estudiante, convirtiendo su vida académica en un via crusis. En ISIL no, eliminamos los prerrequisitos y otorgamos flexibilidad en la malla académica, de tal forma que el estudiante siempre lleva una carga completa de sus clases y se mantiene avanzando, obteniendo satisfacción con su estudio, esto evita que deserte, si no deserta termina y termina a tiempo.

Esa es la visión de ISIL, que el alumno entienda que llevar una carrera no debe ser un camino tortuoso. Es el paso natural después de estudiar el colegio, no tiene por qué ser una cuestión dramática, ni ser un filtro enorme de donde entran miles y salen 10. Nos negamos a esa visión de educación superior. Creemos que, con cursos bien elaborados y flexibilidad, todo alumno que entre a ISIL tendría que terminar en su tiempo adecuado.

Es claro que la coyuntura actual ha acelerado la transformación digital del sector educación y que no hay vuelta atrás. Es un consenso mundial, que la educación virtual, ganará más espacio del presupuestado y que aquellas instituciones que no la tengan como prioridad en sus agendas, simplemente quedarán rezagadas.

Pero hay un margen en cómo sorprendió la pandemia a cada institución, lo cierto es que detenerse a pensar en eso, no sólo es absurdo, sino que sería peligroso perder tiempo en tratar de añorar el estado anterior, o peor aún aferrarse a él. El mundo cambió, y en ese contexto, la educación superior está llamada no sólo a alinearse, sino a aprovechar el impulso para transformarse en una verdadera educación para el futuro.

En el Perú, lamentablemente la mayoría de las instituciones educativas tienen un retraso importante en sus estrategias digitales, la legislación no lo promovía, el mercado no tenía cómo demandarlo y por ende no era prioritario. Hoy el escenario es otro. Muchas requerirán, con urgentísimo instinto de supervivencia, acelerar sus procesos y estrategias de transformación digital en los próximos meses.

Desde nuestra experiencia les decimos que la tecnología, es un medio y no el fin. Que la estrategia de la institución es la que marca el derrotero sobre el que se construye una propuesta digital. En ese sentido, me gusta más hablar primero de transformación, para varios minutos después, mencionar recién la palabra digital.

Sé que hoy en día, es difícil, por no decir imposible, imaginarse una transformación institucional sin el soporte digital, son prácticamente indivisibles. Pero algunos todavía piensan que esa transformación debe liderarse desde las oficinas del CIO y no desde las instancias académicas. En mi opinión, eso es un craso error que únicamente genera mejoras en los servicios colaterales y no en la esencia de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Los formatos educativos actuales tienen demasiado tiempo demostrando sus falencias y la resistencia al cambio en el sector ha sido endémicamente estructural. Los que tenemos años en el sector educativo peruano, sentimos que las mejoras han sido muy lentas y en muchos casos superficiales.

Conozco a muchos profesionales del sector que comparten mi visión de que se necesita un cambio y qué mejor momento para discutirlo que ahora. Nadie previo esta pandemia, nadie la vio venir, nadie estuvo cien por ciento preparado y todos por supuesto queremos que se vaya pronto, pero aprovechemos para corregir y potenciar en el sector aquello que esta coyuntura desnudó y evidenció.

Si para algo suelen servir las crisis, es para confirmar el nivel de precariedad de nuestros servicios y para obligarnos a cambiar lo que ya conocíamos, reconocíamos y postergábamos.

Difícilmente habrá alguna institución educativa hoy que no esté pensando en qué sigue después, que normativa saldrá, cuando regresaremos a la normalidad. Hay dos formas de esperar esas respuestas: sentados en la sala de espera, o tomando acción sobre las postergadas transformaciones. Y como no hay transformación sin motivación y como nadie emprende un cambio sin algo que lo gatille, aprovechemos que esta pandemia parece tener más fuerza que el status quo.

Tal vez este es el momento, pareciera ser un buen punto de quiebre. La mesa está servida, la tecnología está al alcance.

Acerca del autor
Francisco Tafur Espinoza
Francisco Tafur Espinoza
Gerente de Gestión Académica en ISIL

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